Casi mil ciudades de todo el mundo participaron (el 99% pacíficamente)
En Hellín, también explicamos por qué estábamos en la Plaza, poniendo sobre el césped nuestras semillas...
Sintiéndonos cerca de los que se llevaron un trocito de Hellín a Murcia, a Valencia, a Alicante o a Madrid
Y mientras unos iban y otros venían, leímos poesías, declaraciones de intenciones y manifiestos
y poco a poco, fuimos dando forma a la pancarta !Unidos por un Cambio Global!
MANIFIESTO
Ya estamos hartos.
Ya no estamos acampados. Ya no estamos indignados. Ya no estamos asustados.
Lo que estamos es hartos.
Porque hace seis meses que tomamos las plazas para reclamar un cambio, para reclamar nuestros derechos más básicos, y después de medio año de acciones y movilizaciones, nuestras propuestas siguen siendo ignoradas. Nuestros argumentos, ridiculizados. Nuestras quejas carecen de importancia. Nuestras ideas son tergiversadas y manipuladas para servir de guinda de planes y otras mentiras electorales que siguen sin atacar la raíz del problema. Atónitos, observamos como las cosas cambian ¡Para peor!
Por eso estamos hartos.
Y sin embargo, algo hemos de estar haciendo bien, algo tiene que estar pasando para que gente de todo el mundo se esté manifestando, igual que nosotros, por los mismos motivos que nosotros, en este mismo momento.
Hoy estamos haciendo historia. Hoy es el día en el que el planeta tiene una sola voz, reclamando un cambio global.
Hoy es el día en el que todo cambia.
¡Bienvenidas, Bienvenidos a la primera manifestación global de la historia de la humanidad!
Los derechos de los pueblos son los deberes de los gobiernos. Estos derechos no son arbitrarios, obedecen a necesidades básicas: alimentación, vivienda, sanidad, justicia, educación. Y un sistema que no garantiza estos derechos, no está cumpliendo con su deber.
Y por tanto, debe cambiar.
Aquí, en este país, según nuestra Constitución, tenemos el derecho y el deber de trabajar, con libre elección de profesión y oficio, con un sueldo digno y suficiente, sin discriminación de ningún tipo por edad, sexo, o cualquier otra razón. El estado tiene el deber constitucional de velar por el pleno empleo.Y tenemos más de cinco millones de razones, una por persona desempleada, que demuestran que no lo están cumpliendo. Familias enteras en paro. Miles de personas trabajando en condiciones precarias, en trabajos que no tienen que ver con lo que estudiaron. Derechos de los trabajadores vulnerados por sistema. Cuarenta y cinco por ciento de desempleo juvenil. Que nuestra juventud tenga que irse a trabajar al extranjero otra vez es una vergüenza ¿Vamos a permitirlo?
Tenemos derecho a una educación libre y gratuita. Sin embargo se continúan haciendo recortes de gasto en educación, recortes que provocan falta de docentes, aulas masificadas, que disminuyen la calidad de la educación que están recibiendo nuestras hijas, nuestros hijos, nuestro futuro. Un porcentaje de abandono escolar del 31%, más del doble de la media europea, y creciendo. Nuestro sistema educativo agoniza ¿Vamos a permitirlo?
Tenemos derecho a una vivienda digna y adecuada, y sin embargo, cada día hay nuevos desahucios: familias enteras que no pueden pagar sus hipotecas, que se ven en la calle, con sus viviendas embargadas por el banco, y aun así, obligados a seguir pagando una deuda que ahoga. Hipotecas desproporcionadas que atan, y que arrastran como cadenas de papel, fruto de la especulación de losmercados. Especulación que los poderes públicos tienen la obligación de evitar, tal y como se recoge en el mismo artículo de la constitución que garantiza nuestro derecho a una vivienda digna y adecuada. ¿Vamos a permitir esto?
La lista de lo que está mal, de lo que no funciona, de lo intolerable, es infinita. Los poderes públicos ignoran las necesidades de la población para convertirse en títeres de la industria y de los mercados, de aquellos que se aprovechan de un sistema corrupto y defectuoso para seguir ganando cada vez más, a costa de nuestras libertades. A costa de nuestro futuro. Los gobiernos abandonan a su pueblo para rescatar a los bancos que nos metieron en esta crisis, que se quedan con los ahorros futuros y pasados de las familias, con sus casas. Las multinacionales abusan sistemáticamente de los países más pobres, explotando su hábitat para atender las necesidades del primer mundo, y aun encima disfrazando estos abusos de regalos y ayudas para el desarrollo. El uno por ciento de la población atesora el noventa por ciento de la riqueza, a costa del noventa y nueve por ciento restante. A costa de nosotros.
El planeta entero convertido en una maquina gigantesca de consumo diseñada para mantener los privilegios de los poderosos, sin importar el coste humano o ecológico.
El planeta entero en una espiral descendente que si no se cambia, solo puede acabar en destrucción.
Basta ya de excusas, basta ya de mentiras. Basta ya de decir que la solución a la crisis está a la vuelta de la esquina, porque no es cierto. Llevamos años así, y cada vez vamos a peor: Esto no es una crisis, es un fallo terminal del sistema.
Están atentando contra nuestras libertades. Contra la libertad para decidir como queremos vivir nuestras vidas. Es un atentado contra nuestra soberanía. Y esto tiene que cambiar.
Esto cambia hoy.
Hoy, exigimos a los poderes políticos, militares, jurídicos y económicos que se pongan al servicio del pueblo, como es su deber, como es la razón de su existencia, aunque intenten que nos olvidemos. Aunque intenten hacernos creer que es al contrario.
Hoy es el día en el que la humanidad entera une su voz para reclamar nuestro derecho a decidir sobre nuestro futuro.
Reclamamos una soberanía política, que garantice una democracia real, directa y participativa. Que garantice el derecho a la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones polÌticas por medio de referendos y sistemas seguros de voto electrónico. Transparencia inmediata y absoluta de las administraciones y poderes públicos. Separación real de estos poderes. Que se utilice la tecnología del siglo veintiuno para crear un sistema acorde con las necesidades y posibilidades de estos tiempos, en vez de seguir anclados en un sistema obsoleto hecho a la medida de las necesidades del siglo pasado.
Reclamamos una soberanía económica, que garantice una banca pública que proteja los intereses de todas las personas. La dación en pago en los créditos hipotecarios. El control de las transacciones nacionales e internacionales y la desaparición de los paraísos fiscales y de los privilegios de los grandes capitales para poder acabar con la especulación y la evasión de impuestos. Criterios de comercio justo y de producción energética basados en valores éticos y sostenibles por el medio ambiente, en vez de basados únicamente en el aumento del beneficio.
Reclamamos una soberanía alimentaria que garantice el derecho de los pueblos a definir políticas de producción de alimentos que sean adecuadas a sus necesidades, características y culturas, que garanticen el libre acceso a la tierra, al agua potable y de riego, a las simientes no modificadas genéticamente, y a la conservación de su biodiversidad natural. Que no destruya, que no esclavice a un pueblo para convertirlo en la despensa de otro.
Reclamamos una soberanía cultural que respete y proteja las identidades culturales de los pueblos dentro de un mundo global y multicultural. Que garantice el libre acceso a la información y a una educación libre, de calidad y gratuita a todos los niveles y para todas las personas del planeta. Que asegure el acceso a las libres tecnologÌas, y que mantenga la creación cultural y los medios de comunicación independientes y libres de la manipulación de los poderes públicos. Libertad para pensar y para expresarse.
Reclamamos una soberanía social, que defienda a los individuos y a las comunidades por igual, que garantice sus derechos y deberes, independientemente de sexo, raza, identidad de género,
nacionalidad, condición social o económica. Independientemente de su orientación sexual, creencias religiosas o ideología. Independientemente de cualquier característica física o mental.
Hoy es el día en el que la humanidad entera se pregunta ¿Es este el mundo que queremos para nuestras hijas? ¿Para nuestros hijos?
Y la respuesta es NO.
No lo vamos a permitir.
Esto es una advertencia. A esa clase política que vive completamente alejada de la realidad de su pueblo. A esos cargos públicos que tienen una pensión más que suficiente tras solo siete años de no hacer su trabajo. A esos partidos que juegan con nuestro futuro, pasándose entre ellos la pelota del poder, y que se permiten cambiar las leyes electorales para evitar que pueda surgir alguien nuevo que les quite el pastel. A todos los que conforman y mantienen este sistema tan podrido y tan profundamente equivocado que solo puede acabar mal.
No vamos a parar. Haremos todo lo que sea necesario para conseguir el cambio que necesitamos para asegurar nuestra supervivencia.
Para que la generación de nuestros hijos, de nuestras hijas, y las que vengan después, tengan derecho a soñar, y a cumplir sus sueños.
Porque no somos mercancía en manos de políticos y banqueros. Porque no nos representan.
Cambio Global Ya.